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miércoles, 4 de abril de 2012

"ESTADO DEMOCRATICO Y AUTORITARISMO" _FLORENCIA BOBI, GASTON SIERRA, LUCIANO SARMIENTO..

Autoritarismo

El autoritarismo es, en términos generales, una modalidad del ejercicio de la autoridad en las relaciones sociales, por parte de alguno o algunos de sus miembros, en la cual se extreman la ausencia de consenso, originando un orden social opresivo y carente de libertad para otra parte de los miembros del grupo social.
En ciencia política el autoritarismo se refiere a "la doctrina política que aboga por el principio del gobierno absoluto: absolutismoautocraciadespotismodictaduratotalitarismo."1 El término se utiliza para calificar a organizaciones o estados que pretenden conservar y gestionar el poder político mediante mecanismos que se encuentren en abierta contradicción con la libertad.
Es muy conocida la división de Juan J. Linz entre régimen autoritario y régimen totalitario, paralela a la de Hugh Trevor-Roper entre fascismo y fascismo clerical.

[editar]Características

En un sentido estrictamente técnico, es la forma política en la que el Estado, es decir, el conjunto de instituciones que ostentan el poder político en una delimitación territorial sobre un conjunto de ciudadanos, se identifica con un partido político, cuya función sería servir de nexo entre el poder político y el ciudadano.
El dictador militar Francisco Francoafín a los ideales totalitarios y represivos del nazismo alemán y delfascismo italiano, tras la Segunda Guerra Mundial sumió a la España del franquismo en un aislamiento internacional livianamente maquillado por el ferviente anticomunismocompartido con los Estados Unidos de América.
Esta concepción del Estado y su identidad con el partido se puede contraponer a los sistemas políticos occidentales de hoy en día, en los que el Estado funciona como un ente superior, siendo así desligado del partido, que a pesar de tener cierto nivel de control sobre el Estado, no puede invadir competencias ajenas y hacerse con el control absoluto, es decir, fundirse con el Estado.
A pesar de que la mayor parte de los autoritarismos actuales funcionan como un sistema monopartidista, el hecho de que sólo exista un partido no es lo suficientemente concluyente como para decir que tal Estado es autoritario. Igualmente, no es correcto decir que un Estado, por el mero hecho de disponer de varios partidos, no es autoritario. No hay más que recordar aquellos turbulentos momentos acaecidos durante la Revolución francesa, en los que a pesar de existir varios partidos, se presentaba un autoritarismo evidente. El partido que llegaba al poder pasaba a ser el Estado, y gracias a ello, se dieron tremendas atrocidades, delitos capitales por motivos políticos y con efectos retroactivos, el exterminio administrativo de los rivales de los demás partidos.

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Qué es la democracia ?

La democracia, es el aquel sistema de gobierno, en el cual la soberanía del poder reside y está sustentada, en pueblo. Es éste, por medio de elecciones directas o indirectas, quien elige las principales autoridades del país. Asimismo, es el pueblo, quien puede cambiar o ratificar a estas mismas autoridades, en las siguientes elecciones populares. Por este motivo los griegos hablaban de la democracia, como el gobierno del pueblo; de hecho este es su significado literal.
Es así, como se puede conformar una democracia directa, donde el pueblo es quien toma todas las decisiones ejecutivas y legislativas, o la democracia representativa, donde le pueblo por medio de votación popular escoge las autoridades que representarán a la ciudadanía, en la toma de decisiones.
Hoy en día, la gran mayoría de los sistemas democráticos, funcionan por medio de la representación; podemos imaginar lo complicado que sería de otra manera, con la población actual de los países.
Dentro de la democracia, quienes tienen el beneplácito, para ostentar los cargos públicos, son los integrantes de los poderes políticos. Es así, como los partidos políticos, son quienes potencian y fortalecen a la democracia. Por medio de su actuar y la alimentación de participantes, quienes escogerán por medio de las distintas elecciones, los cargos de los poderes ejecutivos y legislativos, en la mayoría de las naciones democráticas. Aún cuando, en algunas de ellas, la ciudadanía, también puede escoger a ciertos integrantes del poder judicial.
Es así, como la separación de los poderes del Estado, es uno de los pilares fundamentales de toda democracia. Cada uno de ellos es independiente y existe un control constante de uno sobre el otro. Aquello redunda en un control sobre el actuar de los mismos y evitar casos de corrupción o ilegalidades de los mismos; lamentablemente, en algunos casos estos poderes se coluden y la corrupción se hace generalizada, como aún vemos en algunos países, sobretodo en aquellos que se encuentran en vías de desarrollo.
Con respecto a la historia de la democracia, esta se remonta a la antigua Grecia. Ya que para el año 1500, antes de Cristo, nace este sistema de gobierno, por medio de la creación de la Asamblea del Pueblo, dentro de las polis o ciudades helénicas.
Esto se da, gracias al reducido tamaño de las polis, con lo cual, la población al mismo tiempo era pequeña. Es así, como todos los ciudadanos hombres libres, podían participar de la Asamblea. De aquella manera, cada uno de ellos, de manera alternada, podía ocupar uno de los puestos burocráticos de esta asamblea. Por lo mismo, que este sistema de gobierno, no era representativo, sino que se actuaba, por medio de democracia directa. Frente a cada una de las decisiones, la mayoría votante, era la que decidía sobre las distintas materias.
Con respecto a la cultura romana, esta poseía un sistema democrático, pero de índole representativo. Al menos en los cargos del ejecutivo. Ya que el poder legislativo, estaba constituido, por los Senadores, quienes no eran electos. Asimismo, muchos de los cargos públicos, eran escogidos a través de una elección directa. Quienes votaban en un principio, eran los ciudadanos con derechos; de manera posterior, pudo votar el vulgo.
En la Edad Media, el concepto de democracia, prácticamente desapareció. Casi todos los gobiernos eran aristocráticos, conformados por monarquías. Una de las pocas excepciones, lo conformaron los cantones suizos, en el siglo XIII.
Para 1688, en Inglaterra, triunfa la democracia, por medio de del principio de libertad de discusión, la cual era ejercida principalmente por el Parlamento. Así, se constituía definitivamente, una monarquía parlamentaria.
Así, para el siglo XVIII, muchos filósofos europeos, consideraban a la democracia, como la posibilidad del pueblo, de escoger el gobierno imperante. La revolución norteamericana en 1776 y la revolución francesa en 1789, conllevó la expansión definitiva, de las ideas libertarias y el establecimiento, de la cultura democrática, en todo occidente. Situaciones que marcaron profundamente, los destinos políticos de varias naciones en el siglo XIX.
Es así, como en la actualidad, la democracia representativa, es el sistema más utilizado en el mundo, para dirigir los designios de las naciones. Es por tanto, que la democracia se considera, como el sistema de gobierno menos perjudicial, para el manejo de los asuntos de Estado, frente a los otros sistemas que han existido o se han diseñado.
Una frase que ha marcado profundamente la concepción que se tiene de la democracia, es la que mencionó Abraham Lincoln, durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, la cual decía que los gobiernos son del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Dentro de toda democracia que se afane de serlo, debe de existir una carta magna o Constitución. La cual será la ley madre, por la cual todas las leyes de la nación, se deberán normar y subordinar.
Dentro de toda Constitución, se establecerán las normas por las cuales se elegirán a las autoridades del país, y cómo estas deben de actuar, frente a sus cargos. Asimismo sus atribuciones y limitaciones constitucionales, estarán escritas de manera explícita.
Por otra parte, y aspecto fundamental de toda democracia, en la Constitución se deberán de plasmar, todos los derechos primordiales y obligaciones de todo ciudadano de la nación. Principio básico, de toda democracia representativa.

América latina

Encrucijadas democráticas: conquistas, deudas y desafíos del continente

La tensión entre la fortaleza de las instituciones y las necesidades coyunturales de los gobiernos, la crisis de representación y el impacto del populismo sobre la calidad democrática son los puntos críticos que coinciden en señalar algunos de los más influyentes politólogos de la actualidad
Qué tanto se pueden sacrificar las instituciones democráticas para alcanzar logros económicos? ¿Cómo se construye el poder y cómo penetra el autoritarismo estatal en las relaciones cotidianas, en la escuela, en la calle, en la Justicia, en las familias? ¿Cuánto pesan los recursos materiales cuando alguien tiene que reclamar por sus derechos? ¿Cómo deben responder las instituciones de la democracia al avance de la delincuencia y la violencia? ¿Es el populismo una etapa más de la trayectoria de las democracias latinoamericanas o una forma de marcha atrás?
A punto de viajar a nuestro país para el tributo académico que se realizará mañana al recientemente fallecido Guillermo O'Donnell (ver aparte), algunos de los politólogos más influyentes de la actualidad anticipan para Enfoques sus reflexiones sobre estos y otros interrogantes que capturan los grandes desafíos que enfrentan las democracias de América latina.
Scott Mainwaring, Abraham Lowenthal, Michael Coppedge, -reconocidos especialistas en los avatares de la política latinoamericana, que realizan su trabajo en universidades del exterior- analizaron, junto con Marcelo Leiras, docente de la Universidad de San Andrés y organizador local del homenaje a O'Donnell, conquistas, deudas y encrucijadas de la vida institucional del continente.
La fortaleza de las instituciones de la democracia por sobre las necesidades coyunturales de los gobiernos, los efectos de la desigualdad sobre la calidad de la democracia, el impacto del neopopulismo que en muchos países se instala como respuesta a los reclamos no atendidos de los ciudadanos, son algunos de los temas que preocupan a los politólogos que tienen a América latina como su escenario de análisis.
Debates abiertos
"Uno de los debates en la región hoy es hasta qué punto podemos sacrificar instituciones y procesos democráticos para llegar a resultados económicos o sociales. En muchos lugares, como Venezuela, Ecuador o Bolivia, se ha apostado a la desinstitucionalización para llegar a un Estado social más justo", apunta Daniel Brinks, profesor en la Universidad de Texas en Austin, argentino pero residente desde hace más de 30 años en Estados Unidos, donde Guillermo O'Donnell dirigió su tesis doctoral. "Aunque hasta las democracias más desiguales ofrecen algunos avances en términos de derechos formales, sin recursos materiales importantes los poseedores de esos derechos tendrán grandes dificultades para que esos derechos se hagan efectivos", argumenta Brinks en el texto que presentará mañana en la jornada de homenaje a su maestro.
Para Brinks, uno de los problemas en que con más fuerza se ve la dicotomía entre recursos materiales y derechos es el delito. "En América latina hoy hay una epidemia de percepciones de inseguridad (a veces justificadas) que dificulta que se dediquen recursos públicos a la defensa de aquellos que, en el imaginario social, son responsables por la supuesta ola de delitos y violencia -escribió Brinks-. Y las víctimas de la violencia policial son, en su mayoría, jóvenes marginalizados que ni tienen recursos propios, ni logran despertar la solidaridad de otros grupos sociales que podrían dedicar sus propios recursos al problema. Es, entonces, la combinación de la supuesta epidemia de violencia con la marginalización económica y social de las víctimas la que construye la tolerancia política de la violencia policial."
"Hay muchos dilemas de las democracias latinoamericanas contemporáneas que O'Donnell capturó y que son hoy muy relevantes para la Argentina. ¿Cómo construir mejores Estados? ¿Cómo hacer la ciudadanía más efectiva? ¿Cómo crear democracias de mayor calidad, que funcionen decentemente y gobiernen efectivamente, es decir, que promuevan las capacidades y expandan las oportunidades de sus ciudadanos?", enumera Scott Mainwaring, profesor en la Universidad de Notre Dame, donde compartió tareas con O'Donnell durante 28 años.
Mainwaring adhiere a la idea de que ninguna crítica a la democracia debía soslayar el enorme paso adelante que fue su recuperación en el continente. "La lista de deficiencias en las democracias latinoamericanas es larga: grandes desigualdades sociales en la mayor parte de la región, considerable pobreza en la mayoría de los países, sistemas educativos deficientes, altas tasas de delito en muchos países, ciudadanía desigual, Estados débiles. Pero, a pesar de eso, este ha sido el período más democrático en la historia de América latina -afirma-. Desde fines de los 70 hasta 2003, un creciente número de países estuvo gobernado por democracias, aunque todos excepto Chile, Costa Rica y Uruguay tuvieron profundas deficiencias. Desde 2003, muchos países, como Brasil, alcanzaron buenas tasas de crecimiento, bajaron los índices de pobreza y de desigualdad."
A diferencia de Ernesto Laclau, el intelectual que el kirchnerismo ha adoptado como guía conceptual, para O'Donnell el populismo no era una etapa superadora de un régimen democrático. Mainwaring recrea la idea. "El populismo es un estilo político caracterizado por el liderazgo personalista, una relación directa y sin mediaciones entre el líder y las masas, la preeminencia del líder sobre las organizaciones y un discurso maniqueo. Dada esa caracterización, Chávez y Correa son las expresiones presidenciales más claras de populismo hoy en América latina. No es sorprendente que el populismo con frecuencia refuerce el aspecto plebiscitario de la democracia mientras reduce el carácter liberal de la democracia, es decir, la protección de derechos civiles y políticos."
En efecto, estos politólogos detectan cierta dificultad de la tradición liberal para arraigar en América latina. "En Estados Unidos y Europa hay un zócalo de derechos civiles, un ejercicio predemocrático, que precede a los derechos políticos y sociales. Esa secuencia es distinta en América Latina, que tiene una dinámica democrática muy peculiar, y cuya ausencia de zócalo de derechos civiles le da cierta fragilidad a la democracia", afirma Marcelo Leiras, profesor e investigador en la Universidad de San Andrés, a quien O'Donnell dirigió su tesis doctoral en los Estados Unidos, y organizador local del encuentro.
De manera similar piensa Mainwaring, para quien en el continente "el neopopulismo ha adquirido gran fuerza porque los partidos tradicionales no proporcionaron a los ciudadanos lo que ellos necesitaban. Una segunda consideración -como dijo en una entrevista reciente- es que los países con tradición democrática más antigua, como Chile, Costa Rica y Uruguay, tienen instituciones con más solidez que otros países de la región, que no sólo significan una ventaja para la gobernanza democrática, sino que también constituyen un amortiguador contra los neopopulistas cuando inevitablemente llegan tiempos difíciles. En estos países, aun cuando el rendimiento del gobierno sea mediocre o deficiente por un tiempo, la tentación neopopulista no surge con tanta fuerza."
América latina tiene sus particularidades y el concepto de caída de los partidos políticos no funciona exactamente igual que en otros continentes. Michael Coppedge, que también estará presente en la conferencia, habló de "darwinismo político" para describirlo. "Como en el principio darwiniano de selección natural, el proceso político hoy tiende a favorecer la sobrevivencia de partidos que se adapten al nuevo medio ambiente político. Los que se adapten sobrevivirán; los que obcecadamente rechacen adaptarse, o lo hagan mal, perderán votos e irán hacia la extinción", escribió.
En la conferencia, Robert Fishman, profesor en Notre Dame, partirá de una de las ideas centrales de O'Donnell: que el desarrollo económico no necesariamente lleva a la democratización. Fishman, que se especializa en los sistemas políticos europeos hoy en plena ebullición, argumenta que "los acontecimientos recientes, en los que los mercados han reducido drásticamente el espacio para la toma de decisiones democráticas, cuestionan la presunción de que los mercados y la democracia necesariamente marchan juntos". Especialista en los sistemas políticos europeos, Fishman cree que estas ideas han cobrado relevancia en ese continente, "donde hoy está en juego el modo en que funciona la democracia". Especialmente en aquello que O'Donnell llamaba los microcontextos, es decir, no sólo los sistemas políticos, sino las familias, las escuelas, la sociedad. Tenía la esperanza, explica Fishman, de que allí se desarrollara la capacidad crítica de los individuos. "También, la capacidad de acción libre de los ciudadanos, que puedan intervenir en los procesos políticos para defender sus intereses. Y el hecho de que el gobierno debía rendir cuentas por sus acciones", enumera.
Cuando se pide a estos colegas y discípulos de O'Donnell que viajarán a Buenos Aires un análisis más preciso sobre la realidad argentina, en general se excusan con elegancia, o dan un rodeo por conceptos más abstractos. Después de todo, afirman varios de ellos, las ideas de O'Donnell son tan poco coyunturales que casi cualquiera de sus textos ilumina la actualidad con justicia. Sin embargo, el autor de El Estado burocrático autoritario sí se pronunció públicamente sobre los avatares de la política nacional y, en los últimos años, también sobre el kirchnerismo. Para él, corporizaba "esta concepción delegativa, movimientista (?), con un cierto sentido común que acepta que quien gana tiene derecho a mandar, y al que poco le importa la institucionalidad". Y podía ser crítico sin perder el equilibrio. "Hay una fuerte ofensiva del kirchnerismo para tratar de difundir su visión de la Argentina con una intensidad notable y preocupante, pero eso no es hegemónico. Es exagerado y peligroso calificarlo así", dijo a La Nacion en una de sus últimas entrevistas.
El tributo
Definido como "un gigante de las ciencias sociales contemporáneas" en el texto que el Kellogg Institute for International Studies -organismo que él dirigió y que coorganiza el seminario- le dedicó como despedida, leído y subrayado por estudiantes e investigadores de todo el continente y fuera de él, pero también por funcionarios, asesores y políticos desde América latina a Europa del Este y el sudeste asiático, O'Donnell creó una obra que fue anticipando, acompañando y explicando la trayectoria de los sistemas políticos latinoamericanos: del autoritarismo a la transición, del establecimiento de gobiernos democráticos a sus contemporáneas formas más o menos imperfectas.
En el país y fuera de él, sobre todo como profesor e investigador en los Estados Unidos, O'Donnell hizo lo que marca un pensamiento original: puso nombres a fenómenos nuevos, que desde sus libros y artículos se multiplicaron a las ideas de otros. Habló de "juego imposible" para describir el sistema de partidos políticos entre 1955 y 1966; de "regímenes burocrático-autoritarios" en los 70; de "zonas marrones" como espacios donde la legalidad del Estado era difusa; de "responsabilidad horizontal" para referirse a la rendición de cuentas de los gobiernos, y de "democracias macro y micro" para diferenciar los sistemas políticos de las arquitecturas de poder que se construyen en la vida cotidiana. A comienzos de los 90 bautizó como "democracias delegativas" a los gobiernos que surgen de elecciones libres y mantienen ciertas libertades, pero cuyos líderes rápidamente ven cualquier control como una traba, una caracterización que inicialmente aplicó al menemismo, entre otros, y que luego extendió al kirchnerismo.
Leiras pone de relieve esa cualidad distintiva de O'Donnell: "Entendió el valor y los límites de la democracia; tenía convicciones éticas democráticas. Cuando nadie apostaba a la democracia, a fines de los años 60 y principios de los 70, O'Donnell creía que era el modo de organizar la sociedad, y cuando todos estaban satisfechos con el sistema, demostró lo que faltaba lograr".

TRIBUTO A GUILLERMO O´DONNELL

Los interrogantes que atraviesan la influyente y original trayectoria intelectual de Guillermo O'Donnell tienen sorprendente relevancia para la actualidad latinoamericana y argentina. Y para muchas de ellas se ensayarán nuevas respuestas mañana y pasado, cuando varios de los politólogos más relevantes del mundo se reúnan en Buenos Aires con sus pares locales en un tributo académico y personal para O'Donnell, fallecido el 29 de noviembre pasado, que incluirá además un homenaje en la Legislatura porteña.
Para recordar, algunos de sus aportes clave:
Autoritarismo y transiciones
O'Donnell fue el gran teórico de los regímenes autoritarios de los años 70 en América latina, cuyas caídas anticipó analizando las contradicciones internas de esos sistemas, y de las transiciones democráticas en el continente. Modernización y autoritarismo (1972) y El Estado burocrático-autoritario (1982) son dos de sus libros más reconocidos en este tema.
Microcontextos
Con mirada antropológica, analizó el modo en que las arquitecturas de poder se construyen en los contextos cotidianos, como las familias, la escuela, la Justicia, las oficinas públicas, y hasta la convivencia en la calle. Su multicitado ensayo ¿Y a mí que mierda me importa? compara la implantación del autoritarismo analizando el habla popular, el tránsito y el trato a los empleados y subalternos en la Argentina y Brasil.
Democracia delegativa
A comienzos de los 90, caracterizó varios regímenes de la región como "democracias delegativas", aquellas surgidas de elecciones libres y con una arquitectura legal, pero cuyos líderes rechazan los controles institucionales, recortan algunos derechos y se arrogan un poder casi absoluto.
Legalidad
La institucionalidad formal y la legalidad de las democracias (rule of law) eran una de sus preocupaciones centrales, y enfatizaba la necesidad de que los gobiernos rindieran cuentas. Alertó sobre la inefectividad de la ley en muchos contextos y aquellas zonas en las que la ilegalidad a veces era sostenida también por el Estado.
El poder de los ciudadanos
Destacaba la capacidad de acción de los ciudadanos para defender sus derechos y participar críticamente de la vida política. La "agencia" individual era para él uno de los sostenes de la democracia..
Sólo países autoritarios controlan las drogas con modelo prohibicionista

En modelos democráticos, no se tiene la capacidad de implementar exitosamente ese modelo prohibicionista", aseguró el experto Francisco Thoumi durante el foro "La VI Cumbre de las Américas y el nuevo papel de Colombia en la región".

Bogotá-.  El debate que sobre la política de lucha contra las drogas se dará en la próxima Cumbre de las Américas deberá encontrar alternativas al modelo prohibicionista de asumir el problema "pues éste sólo funciona en gobiernos autoritarios", aseguró en Bogotá el experto Francisco Thoumi.

"Hasta ahora sólo se conocen discursos sobre prohibición de las drogas, pero no hay un debate. Creo que es importante focalizar ese debate basado en los fundamentos del prohibicionismo, un modelo que sólo funciona en los gobiernos autoritarios. En modelos democráticos, no se tiene la capacidad de implementar exitosamente ese modelo prohibicionista", aseguró Thoume durante el foro "La VI Cumbre de las Américas y el nuevo papel de Colombia en la región".

Durante el evento, auspiciado por el influyente diario El Tiempo y la Fundación Friedrich Ebert Stiftung en Colombia -Fescol-, Thoumi - ex director de la Oficina de Drogas y Prevención del Crimen de la ONU-- opinó que "hablar de posibilidades de flexibilización en el tema de las drogas, a corto plazo, es una quimera".

El investigador propuso la creación de una comisión "de unos diez o 15 países, con gobiernos en ejercicio y con sentido crítico, que abran el debate y  propongan durante la VI Cumbre -que tendrá lugar en Cartagena de Indias, del 9 al 15 de abril-- un cambio en la política antidrogas


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